Operación Bikini

amaia barrena

Reducir las imperfecciones, extraer y hacer desaparecer las partes sobrantes, cambiar las formas de un cuerpo en una operación a corazón abierto sin bisturí. Sabes que es un esfuerzo de los que se logran con sudor, que requiere la constancia y fe de un ateo Ramadán, que vas a renunciar a muchos placeres por uno mayor. Poder pasear por la playa, sentir el Sol. Romper la censura que separa tu piel del viento. Sólo un obstáculo te aleja de tus ganas de hacerlo. El bañador. Unos centímetros de tela no bastan para tapar más de un metro y medio de miedos e inseguridades, de puntos ciegos en el espejo. Unas piernas de esponja por la celulitis, una tripa que te hace echar de menos los trajes de baño del franquismo, unos brazos que ojalá estuvieran más duros que el arroz sin hacer y un culo con tendencia a dejarse caer. O al menos ese es el retrato robot que has hecho para buscarte a ti misma. No me sorprende, sinceramente, que no te encuentres. Es la imagen de un espejo que vive sólo en tus ojos.

Fragmento de «Carta a la Operación Bikini» perteneciente a la colección de Onda Vasca.

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