Quería parecerme a otras con sus melenas lisas
y gustarles a ellos,
que nunca me gustaron a mí.
Quería ser una más.
Ahora quiero ser «ni una menos».
Ahora no quiero volver a faltarme.
Me indulto a la horca a la que me castigó una belleza reglada
que me ha asfixiado hasta el loracepan,
que aprieta tanto que deja herida,
que me ha castrado para que otros estén en celo.
Fue una honda azabache,
una como las de mi pelo,
la que derrotó a Goliat.
No soy una mujer hecha para planchar.
Y menos para plancharme.
Fragmento del poema «Con fuego de 220 vatios», del libro «Roma es inevitable» (Akiles Editorial, 2024)
El año pasado Gasti Seguí y yo estuvimos en la Escuela de Música de Sestao, como parte del programa cultural contra la violencia machista. Porque sí, la violencia sí tiene género. Y todos esos que dicen que ellos también tienen miedo de volver a casa, que piensen qué les asusta. Si encontrar un grupo de mujeres, o encontrarse con otro grupo de hombres que les agredan.
Eskerrik asko Gasti por estar siempre donde pueda verte, aunque no nos miremos. Al Ayuntamiento de Sestao, por creer en el arte como motor de cambio, y encima llamarnos.