Grande y libre

amaia barrena

Querido David Suárez:

Se rumorea que a principios de noviembre mi ciudad te espera. Yo por lo menos lo hago con una sonrisa de venta anticipada y una entrada de taquilla. Te escribo esta carta por si acaso no logramos llegar a vernos, por si a mí me ponen un turno extra en el trabajo o a ti te censuran en el tuyo. Marujean los periódicos que hace poco suspendieron uno de tus shows cómicos en Elche por la misma razón por la que te despidieron de un famoso programa de radio en el que eras colaborador. No deja de tener mérito que te echen por incorrecto de un sitio donde el presentador se ha sonado los mocos en la bandera española.  Animada por vosotros, voy a toser yo también mis flemas y mi opinión.

A veces creo que la democracia no existe, que son los padres. Pero de ser real, no se me ocurre nada más democrático que el humor. No veo el problema en que hagas bromas sobre lo bien depilada que estaba tu novia, sobre todo después de la quimio, o sobre lo que os unió tener algo en común, aunque fuese el sida. Me encanta tu explicación de que los gatos vomitan bolas de pelo porque han tenido que hacer muchos favores para conseguir seis vidas extra. Y me siento hasta culpable de lo gracioso que me pareciste hablando de las relaciones sexuales de la gente con síndrome de Down. Por cierto, aplaudo que mantuvieras la cabeza en alto y el chiste en Twitter, a pesar de las críticas y viaje a la cola del paro que te costó broma.

Hay muchas cosas en esta vida que tienen menos gracia que tus monólogos. Como tener elecciones dos veces en un mismo año. O pagar compresas con un impuesto de bienes de lujo, como si sangrásemos por capricho. O el toreo, esa tortura y matanza animal sufragada con dinero público. Eso sí que no tiene gracia. Y a diferencia de tus polémicos tuits, tampoco son una broma. Creo que deberíamos poder reírnos igual de la caída de una persona coja que de la una que no lo es, siempre que ninguna se rompa nada. Que ofenderse por un chiste sobre alguien con síndrome de Down y salir a defender al colectivo afectado, como un Quijote sin molino al que nadie ha llamado, es absurdo. La igualdad se basa en derribar tabús. Y nada nos iguala tanto como el humor. ¿No queremos un mundo inclusivo? Mismos derechos, mismo derecho a ser vacilado.

Este es sólo mi punto de vista, entiendo que haya quien te considere insultante. Y están en su derecho de hacerlo. Yo también me siento insultada por las letras de un señor Tangana, que sin embargo, llena discotecas. En cualquier caso, comprendo que tanta tolerancia te esté ofendiendo. De haber una, grande y libre, esa debería ser la risa.

Atentamente,

Alguien que te ríe las gracias

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