Mi chocolate es el cenicero del tuyo


Mi chocolate es el cenicero del tuyo. Escribir es el más íntimo de los verbos y tú le das una cuarta conjugación. Me haces sentir mariposa entre polillas cuando te veo en la cama hecho una oruga. Tus brazos son las paredes de mi casa y nunca esperé vivir a resguardo. No sabía que crecía polen entre mis fracturas hasta que tu abrazo se hizo invernadero de flores rotas. Aunque me gusta soñar en bares llenos de gente, he dormido sola hasta que bostezaste. Hasta que bostezaste y me hiciste un libro con la almohada. Eres el único enemigo a la altura por el que me dejo tumbar. Y no entiendo a qué orden cósmico has sobornado para que los sábados caigan en lunes, pero no he vuelto a llorar un domingo por la noche.

Fragmento de «Soborno al orden cósmico» de «PARA AHORRAR LABERINTOS» (A Fortiori, 2017)

La imagen puede contener: 1 persona, sonriendo, de pie, exterior y agua

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