Eres el olor constante de mis cuadernos, como una revolucionaria naftalina que se cuela entre las jorobas de mis “emes” en cada palabra. Y es que, aunque rechaces ser el profeta del vicio, eres la voz cantante de todos los míos. Quizá no te lo hayan dicho nunca, pero contigo se emborrachó el diccionario. Con 69 los inviernos que has vivido, y siguiendo ese plan tuyo de envejecer sin dignidad, improvisas arrugas de guitarra, de las que se tocan como cuerdas.
He crecido queriendo ser la chica de la frente muy alta, la lengua muy larga y la falda muy corta. He crecido contigo y me parecía bonito que supieras, ahora que te ha dado por negarlo todo, que, para mí, siempre serás el héroe de mis barricadas.
Fragmento de la carta a Joaquín Sabina perteneciente a la colaboración con Onda Vasca.